Publicada el 16 mayo, 2025
Con 84 años de historia, la librería García Santos es mucho más que un comercio: es un refugio de palabras, memorias y sueños. Por eso, el Senado de Mendoza rindió homenaje a Pilar García Santos, su guardiana, la mujer que desde hace décadas sostiene con amor y tenacidad este faro cultural en el corazón de la provincia.
La distinción fue impulsada por el senador Marcos Quattrini, en donde se entregó en un emotivo acto realizado en la planta baja del edificio Margarita Malharro de Torres, el reconocimiento. Allí, Pilar estuvo acompañada por familiares, amigos y referentes del ámbito cultural, quienes celebraron no solo su trayectoria sino también su incansable pasión por los libros.
Pilar es la cuarta generación de una dinastía de libreros que comenzó con su bisabuelo Antonio García Santos y Pérez en España. Aquella vocación cruzó océanos: en 1893, la familia se instaló en Buenos Aires, y desde 1940, el sueño de los García Santos echó raíces en Mendoza de la mano de Eugenio y su hijo Antonio, el inolvidable padre de Pilar.
El senador Quattrini recordó con emoción cómo conoció la historia: “Un asesor fue a buscar libros y volvió conmovido, no solo por el lugar, sino por la calidez con que fue recibido. Nos sorprendió que nunca antes se hubiera hecho un reconocimiento así, después de tantos años. Pilar representa esa convicción de hacer lo que uno ama y hacerlo bien. Su historia es ejemplo de resistencia, pasión y generosidad”.
A su turno, Pilar agradeció a la Cámara de Senadores y al legislador provincial, y con voz firme, repasó los orígenes del legado que lleva en el alma. “Es un honor recibir este reconocimiento por los 85 años de la librería que fundó Eugenio García Santos en 1940. Yo empiezo en Mendoza, pero la historia viene de España, de Buenos Aires, de un largo camino de difusión cultural y amor por los libros”, expresó.
Evocó figuras entrañables como Julio Cortázar, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Gálvez o Juan Draghi Lucero, que pasaron por la librería. Mencionó con orgullo cómo Mariana Enriquez, referente mundial de la literatura de terror, firmó ejemplares allí hace apenas dos años. Y recordó con emoción las exposiciones de plástica, como la que en los años ’60 realizó el prestigioso grabador Víctor Delhez.
El acto estuvo cargado de momentos emotivos, en donde amigos, escritores y hasta el Cónsul Adjunto de Chile, Sergio Marinkovic, compartieron palabras de gratitud y admiración. Desde muy joven, Pilar acompañó a su padre en el local de calle San Martín 921. Con el tiempo, no solo tomó la posta, sino que transformó el espacio en un verdadero centro cultural, donde lectores y autores se encuentran cara a cara, con el libro como puente.
Hoy, la librería García Santos no solo es la más antigua de la provincia, sino una institución que guarda las voces de generaciones. En sus estantes conviven clásicos, novedades, obras locales y tesoros como un incunable del siglo XV, que Pilar conserva con esmero.
Quattrini lo resumió con sensibilidad: “La labor silenciosa y constante de Pilar ha sido clave para sostener un lugar donde el conocimiento, el encuentro y la lectura siguen latiendo en el corazón de Mendoza”.
Con cada recomendación, cada charla, cada presentación, Pilar renueva una promesa: que los libros seguirán siendo parte de nuestra identidad. En un país donde sostener una librería es casi un acto heroico, ella eligió resistir con amor. Y ese gesto, tan silencioso como poderoso, la convirtió en parte viva de la memoria cultural de Mendoza.
El cierre estuvo a la altura de la historia que se homenajeaba: entre abrazos, lágrimas y aplausos, se reconoció no solo a una mujer, sino a una vida dedicada a construir puentes entre generaciones a través de los libros. Porque, como dijo uno de los presentes, “entrar a la librería García Santos es entrar a una casa donde los libros tienen alma, y Pilar es la que los mantiene vivos”.
Así, el Senado no solo honró una trayectoria, sino también un modo de habitar el mundo: con sensibilidad, compromiso y amor por la cultura. Pilar García Santos no es solo memoria viva de la literatura en Mendoza, sino que es su corazón palpitante.